El record más difícil de batir de la NBA

Decir que un record es imbatible, sería ir contra la propia naturaleza del hecho de la creación y sentido de los records. Estos existen por el hecho de ser el siguiente objetivo a superar, la siguiente meta, el punto más allá del horizonte. La NBA guarda en su historia algunos de los records más impresionantes de la historia del baloncesto y todos ellos son potencialmente superables, si bien es cierto, que hay algunas marcas más difíciles de superar que otras.

Inevitablemente, cuando se piensa en un protagonista de records de la competición estadounidense, el primer nombre que viene a la cabeza es el del todopoderoso Wilt Chamberlain.

El pivot que fuera cuatro veces MVP de la NBA, dejó algunos de los records más difíciles de batir y, sobre todo, que tienen un mayor impacto mediático como sus 100 puntos en un partido, sus 55 rebotes, sus 50.4 puntos de promedio de anotación en una temporada o sus 35 tiros anotados consecutivos sin fallo. Todo esto sin entrar en sus innumerables records de precocidad, al hacer la mejor temporada rookie de la historia de la NBA, en la que, además, fue nombrado MVP de la competición.

Wilt Chamberlain con el trofeo a MVP de 1960
Wilt Chamberlain con el trofeo a MVP de 1960

Pues bien, todos estos records son sumamente difíciles de superar, pero entre todas las marcas del gran Chamberlain hay una que, en mi opinión, es prácticamente imposible que pueda ser superada y es la de los minutos de juego en la histórica temporada 1961-1962.

Ese año Chamberlain estableció el record con un promedio de 48.52 minutos en los 80 partidos que disputó en la NBA, sumando un total de 3882 minutos.

El tiempo máximo de juego en un partido oficial de la NBA, ahora y en aquella época, es de 48 minutos, por tanto, ¿cómo pudo Chamberlain alcanzar esa cifra de promedio por encima del tiempo reglamentario?

La respuesta es sencilla y seguro que ya la habréis supuesto, gracias a los partidos con prorrogas en los que sumó más tiempo de juego, pero la dificultad de batir el record de Chamberlain se aprecia de una forma clara cuando se analizan los datos más detenidamente.

Antes de nada, hay que decir que, en aquella época, la temporada regular se disputaba sobre 80 partidos, posteriormente se incrementaría a 82.

Pues bien, de los 80 partidos que disputó Chamberlain, es decir todos los posibles, jugó en 79 de ellos, al menos, los 48 minutos del partido completo. Únicamente sólo en un partido jugó 40 minutos.

Su equipo, los Philadelphia Warriors, tuvo que disputar un total de 10 prórrogas esa temporada y Chamberlain las jugó completas, sumando 5 minutos más por cada tiempo extra añadido.

En resumen, Chamberlain jugó el máximo posible siempre excepto en un partido y en otros 7 sumó 10 prórrogas en las que también jugó todos los minutos posibles.

Curiosamente, nunca fue expulsado por faltas personales, de hecho, nunca superó en esa temporada las 4 faltas en un partido y en 15 de ellos no hizo ni una sola falta.

Chamberlain, tras un partido bebiendo la famosa lecha de la marca Abbotts
Chamberlain, tras un partido bebiendo la famosa lecha de la marca Abbotts

Los datos son terriblemente abrumadores, pero lo son aún más, cuando se mide que debería hacer un jugador a día de hoy para superar a Chamberlain.

Superar el record de Chamberlain implicaría que un jugador jugara en al menos 58 partidos, que son los mínimos para participar en esta clasificación, todos los minutos completos y ,además, como mínimo jugar 7 prórrogas, de las cuales 6 de ellas también tendrían que ser completas. 

A día de hoy, la tendencia de minutos de juego de las grandes estrellas de la liga es precisamente la contraria, ya que cuidan al máximo su físico para llegar en las mejores condiciones posibles al auténtico momento de la verdad, los Playoffs.

Muestra de ello es que desde 1978, en el que Truck Robinson promedió 44.37 minutos por partido, nadie ha vuelto a superar esa cifra de 44 minutos por encuentro y el promedio de minutos ha ido descendiendo paulatinamente hasta que desde 2012, los jugadores que más minutos han participado por partido, ya no han vuelto ni a superar los 40 minutos de promedio por partido.

Con todos estos componentes, se puede afirmar que estamos ante el record más difícil de batir de la NBA, ya no por la propia dificultad de la marca que es máxima, sino porque la tendencia de las cifras de promedio de minutos está alejando a los jugadores del record de Chamberlain.

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