Randy Breuer, el gigante de Minnesota

En las diferentes historias de los gigantes de más 220 centímetros que han jugado en la NBA, hay todo tipo de formas de llegar a jugar al baloncesto profesional. La de Randy Breuer es la de alguien que sí llegó a jugar vocacionalmente al baloncesto, ya que comenzó a jugar donde tan solo lo haría alguien que desea jugar a este deporte.

Todo comenzó en una pequeña granja de Lake City, una pequeña ciudad de Minnesota que apenas alcanzaba los 3500 habitantes en 1960, el año de nacimiento de Breuer. En palabras del propio Randy: «Pusimos un pedazo de cemento frente al granero y allí había un poste de teléfono viejo. A ese poste le colocamos un aro de baloncesto de madera contrachapada con una red. Puse una línea de tiros libres y marqué la zona y simplemente empecé a dedicar tiempo a lanzar la pelota desde todos esos lugares».

Esos primeros tiros en su granja de Lake City fueron su puerta de entrada al baloncesto. Primero, en el equipo del Instituto de su ciudad natal y posteriormente en los Gophers de la Universidad de Minnesota. En ambas etapas Randy Breuer alcanzó un gran nivel de reconocimiento y éxito a nivel estatal.

Con los Tigers de Instituto Lincoln de Lake City ganó dos campeonatos consecutivos estatales, llegando a sumar un total de 113 puntos en los tres partidos definitivos en los que se decidió el Campeón del Torneo.

Esas actuaciones memorables que engancharon al baloncesto a toda su ciudad, le llevaron a ser visto como uno de los jugadores con mayor proyección del país y a ser nombrado Minnesota Mr. Basketball en 1979. Indudablemente su creciente altura también fue importante para tener esa condición.

Randy Breuer con el 45 de los Gophers

El nivel de juego de Randy Breuer le permitió poder elegir ir a la Universidad de Minnesota donde pasaría los cuatro siguientes años.

Con los Gophers fue de menos a más. En el primer año coincidió en el equipo con Kevin McHale con el que compartió los primeros entrenamientos en la Universidad. Sus cifras fueron unos discretos 7.7 puntos y 3.2 rebotes por encuentro.

Con la salida de McHale y el crecimiento deportivo y físico de Breuer, se terminó convirtiendo en el líder del equipo junto a Trent Tucker, el hombre que fue capaz de cambiar el concepto del tiempo en la NBA tras la creación de la Trent Tucker Rule, la norma que impide realizar un tiro si no restan al menos 0.3 segundos en el reloj de posesión.

Tucker, gran tirador de larga distancia, fue elegido en el Draft de 1982 por los New York Knicks y dejó el totalmente el peso de los Golden Gophers sobre Randy Breuer, en el año que terminaría siendo su última temporada en la Universidad.

Ese último curso en la Universidad consagró a Randy Breuer como uno de los mejores jugadores de la historia del equipo, ya que con un promedio de 20.4 puntos y 8.9 rebotes por partido lideró a su equipo a ganar el campeonato del Big Ten, conferencia de la NCAA en la que está incardinada la Universidad de Minnesota.

Este hito y sus cuatro años de gran rendimiento en la Universidad, llevó a que los Gophers le retiraran su número 45 para ubicarlo en las vigas de su pabellón junto al 44 de Kevin McHale, el 43 de Mychal Thompson, el 14 de Lou Hudson o el 32 de Trent Tucker.

Tras el paso por la NCAA llegó el Draft de 1983, en el que fue elegido en la posición 18 por los Milwaukee Bucks.

Los 221 centímetros de altura de Randy Breuer pasaron un tanto inadvertidos en un Draft en el que el número 1 fue Ralph Sampson (224 centímetros), un hombre todavía más alto que el pivot de Minnesota, pero más bajo que un gigante sudanés de 231 centímetros elegido en la posición 97 llamado Manute Bol. La elección de éste último terminaría siendo considerada nula por motivos técnicos.

La integración al equipo de Milwaukee de Breuer no fue sencilla, ya que el entrenador principal del equipo, Don Nelson, contaba con otros dos pivots en la plantilla. Por un lado el veterano Bob Lanier y, por el otro, el poderoso Alton Lister.

Además, aquellos Bucks de la mano de Sidney Moncrief, Terry Cummings y Paul Pressey eran un equipo aspirante a todo, lo cual suele ser sinónimo de que los rookies no tengan muchas oportunidades. Aun así, con el paso de los años, Randy Breuer fue ganando minutos de juego y llegó a ser titular con los Bucks. De hecho, su mejor rendimiento en la NBA llegó en la temporada 1987-1988 cuando promedió 12 puntos, 6.8 rebotes, 1.3 asistencias y 1.3 tapones por partido.

Lo peor de aquellos años para los Bucks y para Breuer fue que coincidieron con los Boston Celtics de Larry Bird y de su excompañero Kevin McHale, ya que les eliminaron sistemáticamente en los Playoffs.

Breuer defendiendo a McHale

La carrera de Randy Breuer parecía estabilizada en los Milwaukee Bucks, pero una serie de desavenencias con el técnico del equipo en aquel momento, Del Harris, hizo que el pivot de 221 centímetros fuera traspasado. El equipo al que llegó, probablemente no fuera el que hubiera deseado por posibilidades deportivas, pero sí por los deseos de su corazón.

Breuer fue traspasado a cambio de Brad Lohaus a los Minnesota Timberwolves, que disputaban su primera temporada en la NBA.

El pivot nacido y criado en la pequeña ciudad de Lake City, había conseguido jugar tanto en la etapa del Instituto, como en la Universidad y en la NBA, en equipos del Estado que le vio nacer… Minnesota.

En los dos años y medio con los Timberwolves consiguió lograr los mejores números individuales en un partido de su carrera tanto en puntos, asistencias, robos y tapones.

Finalmente sus números fueron yendo a menos y su carrera acabó tras pasar casi de forma testimonial, tanto por los Atlanta Hawks como por los Sacramento Kings.

Como mejor recuerdo de su carrera, Randy Breuer tiene el mérito de ser el jugador que defendió a Kareem Abdul Jabbar la primera noche que no consiguió alcanzar dobles dígitos en la NBA. En aquel momento Jabbar llevaba 16 años seguidos consiguiéndolo.

Con 33 años llegaba a su fin la carrera de uno de los gigantes de la NBA que no tuvo la suerte de encontrar su lugar en la competición. Breuer tenía un buen tiro de gancho, era un hábil pasador y un excelente taponador, pero nunca llegó a tener suficiente tiempo sobre la cancha, lo cual es particularmente curioso, ya que tampoco tuvo una lesión importante que le restara movilidad, ni capacidad física, más allá de la incuestionable disminución física derivada del paso de los años.

Una carrera deportiva que no estuvo nada mal para un jugador de cinco pies y 27 pulgadas, como a él le gusta llamar a sus siete pies y 3 pulgadas (221 centímetros).

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